jueves, 11 de agosto de 2011

Cuando la veas opinarás como yo


La miro a los ojos y veo en ellos a mis futuros hijos, y veo en ellos que con ella comienza mi vida y sin ella no debe continuar. Cuando la vi por primera vez supe que era yo para ella pero nunca supe si ella para mí, lo único que sé es que con nadie más será más feliz que conmigo, porque cuando estoy con ella es la misma sensación que la de ir en moto y tomar a gran velocidad una curva peligrosa y saber que todo va a estar bien. Yo veo en ella lo que realmente es, la veo gloriosa, otros la ven con su textura humana perfecta, yo no miro solo a lo que me limita la visión, le veo su aura, su temple y su gracia. Yo en sus labios no busco más sensación que la de entregar ternura, me olvido de la lujuria de los amantes por un segundo, mientras que otros quieren apresurar sus pasos a la cama, su cuerpo entero es una tierra con pocos pasos. La primera vez que la vi ligera de ropas, vi su piel, perfecta e imperfecta, pero era ella es como es, como la amo, con todo lo bueno y todo lo malo, cuando la vi por primera vez con su ropa de dormir, observé como su atuendo superior rosaba sus pechos y no tocaba más casi su cuerpo, en ese momento entendí como debía tocarse el cuerpo de una mujer.
En ella la neurastenia no es un defecto, es una virtud que a veces suele ser tan molesta, pero, que no le soporta uno al ser amado. No acepto la idea de nuestra generación pasada de, “el amor ya no dura para siempre,” ellos hicieron que sea así para ellos, para los amantes que aman, el amor es eterno