martes, 9 de febrero de 2010

Joaquín Sabina



Anoche estuve en Santa Fe, fui a ver a Sabina, en lo personal extraño mucho al Joaquín de los primeros años, pero sigue teniendo la magia de siempre, fue una noche muy especial, porque lo compartí con dos amigas, (una, AMIGA, con mayúsculas y la otra, mi Amix) era todo tan perfecto que temí tener que llorar, y así fue, cuando nombró a Mercedes Sosa, luego de recordar a Tomás Eloy Martínez, los recordó cantando “Con la Frente Marchita” se me vinieron a la mente nombre que guardo conmigo y que tampoco están ya, recordé a Deborah, Ariel y Julia. De ahí en mas todo fue alegría sin lágrimas, con aplausos y gritos, descubrí el volumen de voz de mi Amix (quien en teatro me dice que no puede cantar mas fuerte), vi a mis dos amigas ingerirse unos pebetes gigantes (los que luego les cayeron mal) y dormí durante todo el viaje de regreso. Me compre un sombrero, le queda mejor a Joaquín.

Con la frente marchita

Sentados en corro merendábamos, besos y porros
y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa.
Te morías por volver con la frente marchita cantaba Gardel
y entre citas de Borges Evita bailaba con Freud,
ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.

Iba cada domingo a tu puesto del rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de plata.
Con aguita de un mar andaluz quise yo enamorarte
pero tú no tenías más amor que el de río de la plata.

Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta
cuando el sol fue secando la ropa de la vieja Europa.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió
mándame una postal de San Telmo, adiós cuídate
y sonó entre tú y yo el silbato del tren.

Iba cada domingo a tu puesto del rastro a comprarte
monigotes de miga de pan, caballitos de lata.
Con aguita de un mar andaluz quise yo enamorarte
pero tú no tenías más amor que el de río de la plata.

Aquellas banderas de la patria de la primavera
a decirme que existe el olvido esta noche han venido
te sentaba tan bien esa boina calada al estilo del Ché
Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear
y al llegar y me puse a gritar ¿donde estás?

Y no volví más a tu puesto del rastro a comprarte
corazones de miga de pan, sombreritos de lata.
Y ya nadie me escribe diciendo no consigo olvidarte
ojalá que estuvieras conmigo en el río de la plata
Y no volví más a tu puesto del rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.