lunes, 5 de enero de 2009


El tiempo ya esta demandando tragar los días del nuevo año, parece ser grande el estómago del reloj de pared que marca cada vez menos tiempo para mis 25, cuando quiera abrir mis ojos después de una ligero pestañeo tendré 30 y estaré sentado en un banco de la plaza mirando las hojas amarillas caer de los Arces, es una lastima que en mi plaza no haya ningún Arce, pero me conformo con el Olmo, que tampoco esta y no queda mas remedio que jugar con las semillas de una Tipa que felizmente gira su hélice al caer desde lo alto de la copa de su madre, miro entonces la fuente, siempre igual con el paso de los años bien blanca, admiro el teatro de la plaza y me pregunto ¿Porque lo llamarán anfiteatro? Disfruto observar a los placeros limpiando el césped entrando y saliendo de un honguito de material, me los imagino de azul y recuerdo mi infancia de pitufos y todo cambia entonces, es la magia de mi pueblo y esa Tipa entonces puede volverse Olmo o Arce y ese Teatro que lo llamen como quieran y escucho las campanas tan fuerte como las de Notre Dame y mil palomas vuelan como cuasimodo lo hacia al colgarse de su soga y se termina la madrugada y aparece el sol y se apaga el campanario y los pitufos son empleados comunales, mi Olmo ya es Tipa, pero no me importa mi pueblo sigue guardando su magia a mis 24, 25 y 30 años, siempre.